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Culto
CRISTIÁN PALTA

CRISTIÁN PALTADE LA INGENIERÍA A ESCULTURAS DE FANTASÍA

Tras trabajar como gerente de recursos humanos en una empresa minera, sus dotes artísticos poco a poco fueron tomando más fuerza, hasta que finalmente se convirtieron en su único trabajo.

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“Tienes que cambiar esto, la plata no lo es todo”, le dijo su esposa a Cristián Palta (35), luego de un largo periodo marcado por pocas horas junto a su familia, teléfonos que sonaban constantemente e e-mails que no paraban de llegar.

Tras sufrir caída de pelo y necesitar meses de licencia producto de una depresión, lo que comenzó como un hobbie, se convirtió en su trabajo a tiempo completo: Cristián pasó de ser gerente de recursos humanos en una empresa minera, a ser escultor de figuras de fantasía y crítica social.

Palta demostró desde temprana edad habilidades artístico-plásticas, obteniendo las mejores notas en los cursos y talleres de arte del colegio, facilidad que heredó de su padre: “Siempre he dibujado y pintado, pero lo dejé botado por harto tiempo”, cuenta Palta. “De a poco lo retomé como un hobbie, en mi tiempo libre hacía figuras mientras estaba en la casa con mi familia o cuando me juntaba con mis amigos”,

Eso sí, por mucho tiempo, estuvo lejos de tomar estos dotes como su principal labor. “Cuando estaba en el colegio fueron a dar una charla de la Católica y me gustó Derecho”. Entró a estudiar Leyes mientras trabajaba en el norte en un cargo administrativo en una empresa minera que funcionaba con el régimen “9x5”, es decir, trabajaba 9 días y los 5 días de descanso los invertía en estudiar.

Pero derecho no fue suficiente para Palta. Ejerciendo su cargo en minería, se dio cuenta que carecía de ciertos conocimientos relevantes para su labor, por lo que decidió tomar un curso online de Ingeniería en Recursos Humanos: “Subí de cargo, me hicieron gerente y asumí más responsabilidades”, cuenta Palta, haciéndose cargo de importantes asuntos con los trabajadores, como huelgas y negociaciones colectivas.

Ya que la empresa era internacional, a la carga laboral se sumaban constantes viajes al extranjero, a Perú y Argentina principalmente: “Hubo un momento en que la presión me ganó. Los teléfonos sonaban todo el día, revisaba mi correo y tenía mil e-mails, se me caía el pelo y tuve licencia de 3 meses por depresión”.

Las esculturas eran su vía de escape y siempre lo vio así, como una mera distracción y método de relajo, hasta que un amigo le dijo: “Oye Palta, las esculturas te quedan bacanes, ¿Por qué no las vendes?”.

Palta desconfió en cuando le hablaron de la idea: “¿Quién me las va comprar si son volás mías?”, se dijo.

Pero algunos amigos empezaron a comprar. Luego, comenzó a mostrar su trabajo en portales como Taringa. Así fue cómo el negocio empezó a surgir: “Como tenía mis esculturas, me di cuenta que podía ganar plata”, cuenta el escultor que desde 2017 trabaja a tiempo completo en su obra.

Fue en una exposición organizada por la Corporación de Cultura en La Serena que comenzó a exponer sus esculturas, por invitación de un amigo. Palta dice: “Allí estaba haciendo una escultura en vivo de un dragón cuando se me acercó un tipo del Seremi para que participara de una mesa de trabajo con artistas locales, ya que según me dijo, no habían escultores”.

La fantasía, la ciencia ficción y el espacio son sus temas predilectos para sus creaciones, pero se define como “elástico” en lo que hace. Por ejemplo, en 2017 fue parte de la muestra de artistas Conmoción, donde expuso figuras que caricaturizan a la sociedad chilena, como un político con 6 manos -simbolizando corrupción- o un cerdo que carga bolsas (consumismo): “En el fondo son memes”, explica.

Y de las tantas figuras que ha hecho por encargo, no faltan casos -a lo menos- curiosos: “Lo más raro es una persona que murió, tenía cáncer, le amputaron un brazo, estaba muy flaco. Los familiares no tenían fotos más recientes y me pidieron que lo hiciera más gordito y con su brazo. Era heavy la carga”, recordó el artista, quien contó que finalmente sus compradores quedaron muy agradecidos con el resultado final.

“Este es como cualquier trabajo”, afirma Palta, detallando que intenta fijar las horas para diferenciar entre su labor en el taller ubicado en su casa y el tiempo en familia. “Es un trabajo normal, pero con mucho tiempo para imaginar y pasar tiempo con mi familia, algo que jamás podría hacer en el trabajo de minería. Mi esposa es psicóloga así que por ese lado igual me entiende, y puedo jugar y abrazar a mi hija todo el día si quiero”.

De hecho, pintó las paredes de la pieza de su hija de dos años color pizarra, para que raye y dibuje a gusto, y le compró herramientas especiales para su edad los ratos en que lo acompaña en su taller.

“Si bien no gano lo mismo que antes, igual se puede”, resalta Cristián Palta, abogado e ingeniero de profesión, escultor por vocación.

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